¿Los trabajos científicos deberían ser gratis para todos?

El oligopolio de la publicación académica 

Para hacer ciencia hay que publicar. Para publicar hay que tener un tema, una pregunta que todavía no se haya hecho sobre algo. ¿cómo surgen esas preguntas? Leyendo lo publicado sobre el tema. ¿dónde están esas publicaciones? En revistas indexadas. ¿Cuántas editoriales las dirigen? Seis. 

Seis grandes editoriales, cinco de ellas privadas con fines de lucro, controlan en todo el mundo el 50% de las publicaciones científicas obteniendo márgenes globales de ganancia de casi un 40%. 

Un estudio de la Universidad de Montreal dirigido por Vincent Larivière de 2015 alrededor del oligopolio de la publicación académica demuestra que en algunos campos como la biomedicina, física, o artes y humanidades, hay una mayor independencia para la publicación. Sin embargo, el equipo de investigadores demostró que casi el 70% de los artículos publicados en química, psicología y ciencias sociales pertenecen a publicaciones están en manos de estas seis grandes editoriales. 

El halo positivista que rodea aun hoy al sentido común alrededor del conocimiento científico, que ve la producción científica como la Verdad en una torre de cristal exenta de condicionamientos políticos, sociales y económicos se cae muy rápido con solo observar los modos de producción y publicación científicos. **
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Entonces, ¿quiénes pueden hacer ciencia? ¿los que están suscriptos a las revistas correctas y logran publicar? y ¿qué hallazgos se publican? ¿Las mejores investigaciones? ¿las más precisas? ¿las más eruditas? ¿las más creativas? ¿las más útiles para la sociedad? ¿o aquellas que pueden sortear las barreras burocráticas y monetarias de publicación?

Una conversación muy alejada de las mayorías

La monopolización de la publicación a su vez aleja al conocimiento científico de la población en general. Formalmente, se podría abogar por que la producción científica de una sociedad sea un derecho que debería estar al alcance de todos. Pero ¿quién lee esas revistas? Un público muy especializado que tiene el capital cultural necesario para participar de la conversación pero que además que tiene un claro interés en correr la carrera por leerlos. 

Jóvenes investigadores que quieren hacerse su lugar en la comunidad científica o bien investigadores más viejos que quieren mantener sus becas y prestigio. ¿y la población en general?  ¿por qué entraría a ese juego que requiere esfuerzo, dinero y trabajo gratis? 

Es que estas grandes editoriales no solo cobran por publicar y suscribirse sino que también tienen un sistema de revisión entre pares en que los editores realizan un trabajo por el que no se recibe remuneración. De esta manera, los avances y hallazgos de las investigaciones científicas, lejos de enriquecer el debate general, y contribuir al pensamiento científico o al  conocimiento de la sociedad en su conjunto quedan reservados para un número pequeño de personas que puede acceder a ellas. 

Intentos por la descentralización y nada nuevo bajo el sol

Este panorama no es ninguna novedad para el mundo académico. En 2011 una investigadora en nanotecnología de Kazajistán fundó Sci Hub, un repositorio de más de 84 millones de artículos académicos, luego de enfrentar dificultades económicas para acceder a los artículos científicos que requería el desarrollo de su tesis de grado.

Sci-Hub ofrece artículos a los lectores sin requerir una suscripción o pago alguno. Cada día visitan Sci-Hub un promedio de 30.000 usuarios, generalmente investigadores.

En nuestras latitudes, el fenómeno tampoco es algo nuevo. El Ministerio de Ciencia y Técnica, creó en 2009 el Sistema Nacional de Repositorios Digitales en Ciencia y Tecnología en un intento de responder con políticas públicas a la centralización de la publicación académica.  También elaboró el proyecto de ley de “Creación de Repositorios Digitales Institucionales de Acceso Abierto, Propios o Compartidos”, aprobado en 2013. Estableciendo la obligatoriedad de que las instituciones que reciben financiamiento del Estado Nacional deben crear repositorios digitales de acceso abierto y gratuito en los que será obligatorio depositar la producción científica nacional que realicen los/as investigadores/as en dependencias del Estado y de los datos primarios que dieron origen a esas publicaciones en un plazo no mayor a cinco años.

Un loop que no es redituable y no redunda en más repercusión

La carrera académica es muchas veces vista como un camino de sacrificio, abnegación y trabajo gratis. Pero ¿tiene que ser necesariamente así? Este sistema se vuelve poco eficiente hasta en términos económicos.

En esta modalidad “hay instituciones que llegan a pagar tres veces por lo mismo: a el/la investigador/a para que investigue y genere un artículo, a las empresas editoriales por publicar este artículo abierto en una revista cerrada, y a las mismas empresas para poder suscribir a la revista”. Entonces, es difícil, y hasta poco inteligente en términos económicos. 

Pero además de poco rentable, publicar en una revista prestigiosa no redunda en más trascendencia o más citas al artículo en cuestión. Lariviere declara que “lo lógico sería que una gran editorial, que hubiera adquirido una publicación científica, logrará incrementar su visibilidad. Sin embargo, nuestros estudios muestran que no hay un claro incremento en términos de citaciones después de cambiar de un pequeño a un gran editor”. 

Dónde queda el lugar para la creatividad

El ámbito científico reconocido como válido y prestigioso se vale, entonces, casi exclusivamente de papers que pudieron sortear las barreras editoriales de prestigio y  que fueron producidos con celeridad para no mermar la productividad científica. 

El espacio para trabajos que requieran, por ejemplo, muchos años de investigación quedan por fuera de este circuito. ¿Cuántas obras clásicas importantes para el pensamiento científico no se habrían publicado si siguieran los criterios actuales de producción y publicación científica?

Y ¿qué vale más? ¿un solo paper sólido y conciso sobre un tema relevante y al alcance de todos? o ¿10 papers escritos a quemarropa sobre un tema que permita ser publicado en revistas especializadas pero que nadie lee? Este escenario solo puede desembocar en la deshumanización y alienación de la actividad científica: los jóvenes investigadores no tienen tiempo para dedicarse a la actividad creativa o a las preguntas genuinamente relevantes y terminan convirtiéndose en escritores de papers a destajo. 

Así planteado el escenario, no sería una locura repensar los modos de producción científica y desarrollar maneras alternativas de producción, publicación y circulación. Muchos grupos locales e internacionales han comenzado a explorar la idea.

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