Las nuevas tecnologías nos hacen la vida más fácil, aumentan nuestras capacidades y casi sin proponérselo crean nuevas formas de pensar.
Una de las principales tecnologías que inventamos es la escritura, hace unos 3500 años. Lo hicimos para comunicarnos, para registrar cosas, pero sin la escritura no podríamos haber desarrollado las matemáticas, la literatura, la ciencia.
Cuando aparece una nueva tecnología lo primero que hacemos es hacer mejor cosas que ya hacíamos.
Con la aparición de la web pusimos diarios y revistas online, enviamos cartas en forma de correos electrónicos. Pasaron varios años hasta el surgimiento de las redes sociales.
Con la red eléctrica pensábamos en iluminarnos mejor, hacer funcionar máquinas, seguramente nadie imaginaba una licuadora o un microondas en su casa.
Recién cuando la tecnología se integra empezamos a hacer cosas totalmente nuevas que previamente eran imposibles.
Las tecnologías de la Web3, blockchain, el mundo cripto en su conjunto habilitará innovaciones que no somos capaces de imaginar aún. Innovaciones que trascenderán la tecnología. Y lo va a hacer a la velocidad de la descentralización, el código abierto y sin necesidad de pedir permiso. Una velocidad que nunca vimos.
Con esta nueva tecnología recién estamos experimentando como hacer mejor las cosas viejas, mientras todavía desarrollamos la infraestructura. Si evaluamos su potencial solo por esto cometemos un grave error.
Ya empezaremos a vislumbrar cosas nuevas, previamente imposibles.
Estamos en transición. Tenemos una nueva tecnología. La humanidad tiene un nuevo juguete. Algo que nos habilita nuevas formas de pensar.
Vamos a crear cosas que todavía no somos capaces de imaginar.