Construyendo una Startup en la Industria Legal

Alba Molina dirige el programa de aceleración corporativa de Cuatrecasas, una de las firmas de abogados más importantes de España. En esta entrevista, ofrece algunas pautas sobre la construcción de empresas en legaltech…

Alba Molina es graduada en Derecho y Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Se desempeña como Innovation Project Manager de Cuatrecasas y se encuentra a cargo de Cuatrecasas Acelera, uno de los programas de Corporate Venturing de Cuatrecasas.

¿Qué es y cómo funciona el programa de aceleración de Cuatrecasas?

El programa de aceleración corporativa de Cuatrecasas nace en 2016, cuando la firma reconoce la oportunidad de añadir valor al ecosistema emprendedor y a sus clientes, acompañándolos en el proceso de transformación digital para adaptarse al nuevo entorno tecnológico.

Se trata de un programa que ayuda, mediante asesoramiento legal, tecnológico y de negocio al desarrollo de emprendimientos de legaltech y a startups con elevada complejidad jurídica y/o regulatoria. Son empresas que buscan ofrecer algún producto o servicio que tenga por cliente a una firma de abogados o al área jurídica de una empresa, o que plantean una disrupción importante al mercado del cliente.

En general, las compañías que aplican al programa llegan con una idea de negocio ya materializada en un producto o servicio y con clientes. Su objetivo es adecuar y validar su producto a las necesidades del mercado.

A lo largo de cuatro meses, el programa ayuda a los participantes a traccionar su producto y lograr una mayor adopción.

Las startups participan en sesiones grupales (bootcamps) e individuales, además de recibir mentorías de metodologías ágiles.

Finaliza con un Demo Day, un evento en que los participantes exponen su proyecto frente a un panel de inversores.

El programa de aceleración no pide acciones de las empresas participantes. En los casos de las startups con mayor proyección, una vez finalizado el programa, es posible que realicemos una pequeña inversión a través de la unidad Cuatrecasas Ventures.

Alba Molina.
Alba Molina.

¿Cuáles son algunos ejemplos de empresas que participan del programa?

Hay startups de diferente tipo: gestión del conocimiento, manejo de contratos y documentos legales, comunicaciones corporativas, analytics, compliance, ciberseguridad, litigación y evidencia digital.

Una de las ganadoras de la III edición fue BLOCKTAC, que se dedica a emitir certificados y precintos inviolables con tecnología blockchain para combatir fraudes en productos susceptibles de ser falsificados. A través de un código QR insertado en el precinto, permite certificar la autenticidad de productos.

Otra de las startups a la que hemos ayudado y seguimos acompañando es Bigle Legal, que ofrece un servicio sencillo de creación, revisión y firma de contratos.

También estamos trabajando y desarrollando un piloto con la startup francesa CLOSD, dedicada al legal contract management.

Los abogados trabajan con cantidades muy grandes de documentos. Todas las plataformas que hagan más fácil el intercambio de documentación, la visibilidad y la experiencia del usuario proporcionan valor.

¿Qué características tienen los equipos que crean estas empresas de innovación legal?

En la mayoría de los casos, el equipo fundador se compone de un abogado que oficia de CEO y un ingeniero como director de tecnología.

Con frecuencia, estos proyectos comienzan por un abogado que, en su ejercicio profesional, identifica un problema que puede resolverse a través de la tecnología. Y busca asociarse con un ingeniero para desarrollar el producto.

En otros casos, los equipos están compuestos completamente por ingenieros que trabajaban en otras industrias, y un día decidieron que podían generar valor en el sector legal.

¿Qué consejos podrías dar a abogados que quieran incursionar como emprendedores en legaltech?

Lo importante no es sólo tener una buena idea. Es tenerla en un momento en que el mercado esté preparado para recibirla.

En el caso de productos muy disruptivos, que proponen grandes cambios en la forma en que trabajan los abogados, hay que evaluar si el mercado está preparado para aceptarlos.

Los abogados son cada vez más receptivos a la innovación. Pero a muchos aún les cuesta ver a la tecnología como una aliada, y no como una amenaza. Y esto es especialmente cierto en soluciones disruptivas.

Por otro lado, la experiencia del usuario es fundamental. Si la aplicación que estás desarrollando va a requerir al abogado un elevado tiempo de aprendizaje, y si va a sentir amenazada su forma de trabajar, la adopción será más difícil.

Por el contrario, si se trata de una propuesta que aumenta la eficiencia o automatiza un proceso que el abogado ya realiza actualmente, entonces la probabilidad de adopción es mayor.

En todos los casos, hay que trabajar cerca del cliente, atendiendo y entendiendo sus necesidades, consultando sobre su experiencia e incorporando ese feedback en el producto.

¿Qué mensaje final podrías dar a los abogados que quieran entrar en el mundo de la tecnología?

El derecho y la tecnología se han dado la mano e irán siempre juntos.

Los abogados tendrán que formarse en tecnología. Esto no significa que tengan que aprender a programar necesariamente. Pero sí van a tener que entender las tecnologías para empatizar y entender al cliente y ayudarlo con su problema.

A veces, la digitalización va de la mano de una deshumanización e incertidumbre. Y aquí el abogado tiene un rol fundamental. Cuando alguien acude a un abogado es porque tiene un problema.

Un gran diferencial del abogado es dar un toque humano para la generación de confianza en su cliente. Esto es algo que las máquinas no pueden hacer. Y si a esa confianza humana se le suma el conocimiento de la eficiencia de las herramientas tecnológicas, ese es el camino del abogado del futuro.

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