Contratos Inteligentes, ¿Por Qué Importan?

Este artículo es una versión traducida y adaptada del texto The Promise of Smart Contracts de Kate Sills.

La película Fargo (1996) trata sobre las promesas. Se plantea si cumpliremos con nuestras promesas, incluso cuando vayan contra nuestro propio interés.

Las promesas de la película no estaban respaldadas por el sistema legal. Y por un buen motivo: esos acuerdos eran ilegales.

¿Podemos confiar en las promesas de los otros aunque no exista una fuerza del gobierno que obligue a cumplir con los acuerdos?

En 1651, el filósofo Thomas Hobbes argumentó que, sin un Estado para garantizar la ejecución, una promesa no tiene ningún valor:

“Si se realiza un pacto donde las partes no cumplen con su promesa inmediatamente pero confían una en otra en el estado de naturaleza (que es una condición de guerra de todos contra todos) ante cualquier sospecha razonable, el pacto quedará anulado. Pero si hay un poder común sobre ambas partes con el derecho y la fuerza suficientes para obligar al cumplimiento, entonces no será anulado. El que cumple su parte primero no tiene ninguna garantía de que el otro cumplirá después, porque las obligaciones impuestas por las palabras son demasiado débiles para contener la ambición, la avaricia y el odio del hombre, sin el miedo de algún poder coercitivo…”

La realización de promesas creíbles está en la base de los negocios… y de la sociedad en general. Como Hobbes, en general suponemos que la fuerza del gobierno es el único respaldo de los contratos.

El Nobel de Economía, Oliver Williamson, llamó a esta perspectiva *centralismo legal. *Es el supuesto de que “el sistema legal ejecuta las promesas de manera adecuada, sofisticada y a bajo costo” (Williamson, 1996, 121).

Williamson y otros Premios Nobel, como Elinor Ostrom, dedicaron sus carreras a demostrar que este supuesto es equivocado. En muchos casos, el sistema judicial es costoso y lento. Muchas veces, incluso corrupto. Con mucha frecuencia, las personas son capaces de ejecutar sus promesas y de mantener el orden social sin la necesidad de un gobierno.

En su obra Leviatán, Thomas Hobbes sostiene que la fuerza del Estado es necesaria para el cumplimiento de los acuerdos.
En su obra Leviatán, Thomas Hobbes sostiene que la fuerza del Estado es necesaria para el cumplimiento de los acuerdos.

Promesas, Promesas

La confianza es la base de la sociedad. Sin ella, la vida parecería el estado de naturaleza de Hobbes – una sospecha constante, traiciones e inseguridad. Alguien podría hacer una promesa. Pero, dada la oportunidad, podría romperla y seguir su interés propio. Esto es lo que Williamson llama oportunismo.

Los negocios dependen de que podamos confiar en que las promesas serán cumplidas. De otro modo, la sociedad se vería limitada únicamente a intercambios instantáneos.

Afortunadamente, hay distintos mecanismos que pueden utilizarse para garantizar el cumplimiento de las promesas. Todos tienen sus ventajas y desventajas [1].

Una posibilidad es sólo aceptar promesas de personas con un estricto código moral. La ventaja es que esto no requiere instituciones ni coerción externa. Pero tiene una limitación: es difícil conocer a la gente lo suficientemente bien como para confiar en que hagan lo correcto. E incluso las mejores personas podrían romper sus promesas.

Otro mecanismo es la reputación. Antes de hacer un contrato con alguien, podríamos averiguar cómo fue su comportamiento en el pasado. La reputación es muy útil en pequeñas comunidades con transacciones reiteradas. Cuando alguien rompe su promesa, puede ser catalogado como “poco confiable” y ser excluido de futuras interacciones. Sin embargo, la reputación es difícil de utilizar cuando interactuamos con extraños.

Otros mecanismos de ejecución de promesas incluyen estrategias como la integración vertical en los negocios (donde el oportunismo es reducido a través del alineamiento de incentivos) y el uso de garantías.

El Problema de Internet

Actualmente, Internet es como un estado de naturaleza hobessiano. Presenta serias limitaciones para utilizar los métodos tradicionales de cumplimiento de promesas.

La ética personal siempre es útil. Pero no hay ninguna garantía de que un extraño vaya a comportarse de manera ética.

La reputación también es difícil, porque los usuarios pueden utilizar seudónimos en lugar de sus nombres verdaderos. Cuando alguien rompe su promesa, puede borrar su crimen creando un nuevo seudónimo con una reputación limpia. (Nisan 2007, 682)

Hay varias formas de manejar este problema.

Una de ellas es sencillamente desconfiar de todos los recién llegados, porque podrían estar utilizando una nueva identidad para ocultar una mala reputación.

Otra posibilidad es asegurarse de que cada seudónimo esté atado a una persona o negocio real, para que no sea posible escapar de una mala reputación.

Entonces, ¿por qué no creamos simplemente un sistema de reputación global conectado con nuestras identidades reales?

Eso es exactamente lo que está haciendo China. Las personas con bajos puntajes de reputación (incluyendo las que critican al gobierno) pueden ser castigadas en todos los aspectos de sus vidas: conexiones a Internet más lentas, restricciones en el acceso a restaurantes y limitaciones en el derecho a viajar.

Esas personas tienen grandes dificultades en conseguir trabajo, alquilar departamentos y obtener créditos. Así, un sistema de reputación global puede terminar siendo menos sobre cumplimiento de promesas que sobre obediencia a la autoridad.

Es claro que los mecanismos de ejecución de promesas tradicionales son difíciles de aplicar en Internet.

La ética personal es ideal, pero poco práctica. Los sistemas de reputación deben ser cuidadosamente diseñados para evitar que se transformen en “básicamente una versión de los métodos de vigilancia del Partido Comunista” (Botsman 2017).

Y las leyes estatales no pueden aplicarse fácilmente a personas en diferentes países, porque cada jurisdicción geográfica tiene su propio sistema legal, y hay pocas chances de obligar a un individuo de Internet (especialmente si es anónimo) a comparecer en la corte en un país diferente.

Una Herramienta Sólo es Buena Si es Útil

Los mecanismos de ejecución son meramente herramientas que deben usarse cuando sean útiles. Como un martillo o un destornillador, cada herramienta está hecha para aplicarse en una situación diferente.

Como las herramientas, los mecanismos de ejecución están sujetos a innovación. Por cientos de años, desde la época de Hobbes, nos hemos acostumbrado a pensar en los contratos como acuerdos legales que deben ejecutarse a través del sistema judicial. Pero la ejecución judicial es sólo una de todas las posibles maneras de ejecutar promesas. Y debemos estar abiertos a la posibilidad de que pueda ser mejorada.

Como señaló el economista Gordon Tullock (1970):

“Solemos olvidar que el progreso tecnológico también existe en los contratos. La gente descubre nuevas formas de hacer acuerdos, y con el tiempo obtenemos beneficios considerables de este tipo de progreso tecnológico”.

Un ejemplo de progreso tecnológico es el invento de los contratos inteligentes. Los contratos inteligentes son un nuevo mecanismo para ejecutar promesas. Nos permiten realizar compromisos creíbles en una blockchain, incluyendo promesas con extraños de otros países.

Los contratos inteligentes no son legalmente ejecutables. Pero esa es una de sus ventajas. Estos contratos son ejecutados por fuera de la ley y de las jurisdicciones legales, sin necesidad de un gobierno.

Dado que las jurisdicciones legales están atadas a nuestra ubicación geográfica y que muchos países tienen instituciones frágiles o poco confiables, esto representa un enorme avance social.

Con sólo una conexión a Internet, una persona de alguno de los países más pobres del mundo puede realizar transacciones con compromisos creíbles con alguien de los Estados Unidos, con la misma facilidad que si fuese estadounidense. Al crear confianza donde antes no la había, los contratos inteligentes abren el mundo como nunca antes había sido posible.

Contratos Inteligentes

La idea de contratos inteligentes nació a mediados de la década del ‘90, cuando el programador Nick Szabo publicó una serie de artículos explicando su potencial. [2]

Como una máquina expendedora, los contratos inteligentes dependen de maquinaria para su ejecución. Pero no se trata de maquinaria física. Los contratos inteligentes son código que corre sobre una blockchain.

A pesar de lo que sugiere su nombre, los contratos inteligentes no tienen nada que ver con la inteligencia artificial. Lo “inteligente” se refiere a su carácter de ejecución automática. Los contratos inteligentes son inmutables, lo que significa que el código no puede cambiarse. Para los propósitos del contrato, esto es bueno, porque es imposible romper una promesa si uno no tiene la oportunidad de hacerlo.

Para los programadores, sin embargo, la inmutabilidad presenta un desafío especial. Todo código tiene errores. Un código que no puede ser alterado debe ser escrito cuidadosamente, ya que no puede corregirse después de ser publicado.

Escribir un contrato inteligente es como escribir código para la NASA – la corrección es extremadamente importante y las consecuencias de un error pueden ser nefastas.

Nick Szabo, creador del concepto de contratos inteligentes en la década del ‘90.
Nick Szabo, creador del concepto de contratos inteligentes en la década del ‘90.

Un contrato inteligente puede ser tan sencillo como una transferencia de dinero desde una cuenta a otra. O puede ser muy complicado.

Una limitación importante es que los contratos inteligentes sólo pueden transferir activos digitales que están definidos en un blockchain, como criptomonedas.

Esto puede ser un problema ya que las criptomonedas aún no son ampliamente utilizadas. Pero esto no debería ser tan grave. Transferir dinero bajo ciertas condiciones es algo que hacen todos los contratos. Contratos que incluyen objetos físicos pueden ejecutarse también, a condición de que exista alguna garantía que la parte en falta pierde si no cumple con su promesa.

Otra limitacion es que los contratos inteligentes no pueden acceder a información externa, salvo que haya alguna forma de escribirla en el blockchain.

Por ejemplo, un contrato inteligente por sí mismo no tiene acceso a información sobre el estado del tiempo. Para que la ejecución de un contrato sea condicional a la temperatura (por ejemplo, realizar un pago si la temperatura se mantiene por debajo de 10 grados durante más de cinco días) se requiere una tercera parte que tome los datos desde una API de estado del tiempo y la escriba en el blockchain de una manera que sea accesible a otros usuarios. Esa fuente confiable de datos se llama oráculo.

Ventajas y Desventajas

Los contratos inteligentes tienen muchas limitaciones. Pero solemos olvidar que los sistemas de justicia estatales tienen limitaciones también. No deberíamos comparar a los contratos inteligentes con una versión idealizada de los contratos ejecutados por el sistema judicial.

Es claro que la ejecución judicial tiene graves fallas.

Primero, el acceso al sistema judicial está racionado y hay mucha gente en fila para acceder al servicio. Los casos pueden demorar años o incluso décadas. Por la lentitud de las cortes, muchas empresas utilizan cláusulas de arbitraje privado para resolver sus disputas de manera extrajudicial.

Otra limitación radica en que, dado que la corte es una tercera parte externa, en caso de que haya una ruptura del contrato, sólo puede intentar adivinar los verdaderos daños que sufrió el damnificado. Preguntar a la parte perjudicada cuánto valía para ella el cumplimiento del contrato no es muy útil. Esa parte no tiene ningún incentivo en reportar honestamente los daños.

El sistema judicial intenta utilizar su mejor juicio para determinar el monto de los daños. Pero, como dice el profesor de derecho de Georgetown Randy Barnett:

“Cualquier estimación legal de daños intenta cuantificar u objetivizar algo que es en realidad subjetivo e imposible de medir…” (Barnett 2010).

Una solución es que las partes escriban sus valuaciones explícitamente en el contrato. Sin embargo, las cortes podrían decidir no ejecutar ese monto de daños si creen que es injusto.

Por todo esto, incluso en los países con las mejores instituciones, los contratos ejecutados judicialmente tienen limitaciones intrínsecas y objetivos paternalistas.

Los contratos inteligentes no son contratos legales. En muchos casos, no pueden ser un buen reemplazo de los contratos tradicionales. Sin embargo, son una nueva herramienta en nuestra limitada caja de herramientas. Nos permiten hacer promesas – incluso con extraños – sin la necesidad de ejecución del gobierno, algo que por muchos siglos se consideró imposible.

En las próximas décadas, los contratos inteligentes van a dar a personas de todo el mundo el poder de hacer acuerdos unas con otras a pesar de instituciones corruptas y rotas, y transformar millones de vidas.

Notas al Pie

(1) En Order Without Law: How Neighbors Settle Disputes (Ellickson 1991), el profesor de derecho de Yale Robert C. Ellickson estudia cómo los rancheros de ganado del condado de Shasta, California, ejecutan sus promesas. Ellickson categoriza algunas de las restricciones para el comportamiento: ética personal, contratos, normas, reglas organizacionales y leyes. Anthony T. Kronman, también profesor de leyes de Yale, escribió sobre la necesidad de hacer contratos sin utilizar ejecución estatal en Contract Law and the State of Nature (Kronman 1985).

(2) Uno de los principales artículos es Formalizing and Securing Relationships on Public Networks (Szabo 1997).

Obras Citadas

Barnett, Randy E. The Oxford Introductions to U.S. Law: Contracts. Oxford: Oxford University Press, 2010.

Botsman, Rachel. “Big data meets Big Brother as China moves to rate its citizens.” WIRED. November 28, 2017. Accessed February 05, 2018.

Ellickson, Robert C. Order Without Law: How Neighbors Settle Disputes. Cambridge, MA: Harvard University Press, 1991.

Hobbes, Thomas, and J. C. A. Gaskin. Leviathan. Oxford: Oxford University Press, 1998.

Kronman, Anthony T. “Contract Law and the State of Nature.” Journal of Law, Economics, & Organization 1, no. 1 (1985): 5–32.

Nisan, Noam, Tim Roughgarden, Éva Tardos, Vijay V. Vazirani, and Christos H. Papadimitriou. Algorithmic Game Theory. New York: Cambridge University Press, 2008.

Szabo, Nick. “Formalizing and Securing Relationships on Public Networks.” First Monday. September 1, 1997. Accessed February 05, 2018.

Tullock, Gordon. Private Wants, Public Means: An economic analysis of the desirable scope of government. New York: Basic Books, Inc, 1970.

Williamson, Oliver E. The Mechanisms of Governance. New York: Oxford Univ. Press, 1996.

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