Singularity University: mis 10 Semanas en el Centro de la Innovación de Silicon Valley

Singularity es la universidad de la innovación de Silicon Valley. Un programa de 10 semanas en un campus de la NASA tomando clases de tecnología con personas de 40 países. Esta fue mi experiencia…

Domingo 19 de junio de 2016. NASA Ames Research Park, en el corazón de Silicon Valley.

“Bienvenidos”, saluda Rob Nail, CEO de Singularity. “Aquí, por primera vez, no van a sentirse los raros”.

Se levantan risas de las 80 personas de 40 países sentadas en los bancos multicolores del salón de clases. Llegamos tras un proceso de selección entre miles de aplicaciones de todo el mundo. Se dice que la tasa de aceptación para el Global Solutions Program (GSP), el programa emblemático de Singularity, es más baja que la de Harvard y Stanford.

La universidad de la innovación de Silicon Valley fue fundada en 2008 por el futurista, inventor y experto en inteligencia artificial Ray Kurzweil (68), y el emprendedor Peter Diamandis (55). Su visión es educar e inspirar a los líderes del futuro en la aplicación de alta tecnología para resolver los grandes problemas de la humanidad.

En su clase inaugural, Ray Kurzweil explica:

“El cambio tecnológico es exponencial. En pocas décadas, la inteligencia artificial superará a la humana. En algún momento de mediados de este siglo llegará la singularidad, un cambio tan rápido y profundo que será una ruptura en la historia”.

La edad promedio de los participantes es 33 años, pero con amplia diferencia entre los más veteranos y los más jóvenes. Jack (60), el mayor, es un emprendedor de Singapur que creó la World Toilet Organization, una startup que apunta a mejorar las condiciones sanitarias a escala global. Sven (46), de Suecia, es director de una base en la Antártida. Los más jóvenes son Danny (22, Holanda), experto en nanotecnología, y Perttu (21, Finlandia), inventor y músico.

Aquella mañana, 80 personas de 40 países estábamos a punto de comenzar un verano intensivo de 10 semanas. Para un geek tecnológico como yo, un viaje dentro del agujero del conejo.

El salón de clases donde pasábamos hasta 14 horas por día. De 9hs a 23hs., tomando clases de tecnología.
El salón de clases donde pasábamos hasta 14 horas por día. De 9hs a 23hs., tomando clases de tecnología.

La Vida en Singularity

Moffett Field, la base áerea donde funciona Singularity, fue construida en la década del ’30. En 1958, allí se instaló el Centro de Investigación NASA Ames. Desde 2009, es la sede de Singularity University. Desde el punto de vista arquitectónico, no parece haber cambiado mucho desde que se fundó. Las habitaciones, que se comparten entre dos participantes, son sencillas y prolijas. Muchas no tienen TV.

La hotelería rústica contrasta con la opulencia del GSP, en el que trabajan 20 personas de staff, 20 profesores a tiempo completo y docenas de profesores invitados. “Tiene un costo de 30,000 dólares por participante por las diez semanas”, explica Nick Haan, director del GSP16. Ninguno pagó por estar allí. Todos llegaron gracias a sponsors que auspiciaron las competencias regionales y a Google, gran sponsor del programa.

De lunes a sábado nos despertamos temprano, desayunamos todos juntos y a las 8:55hs., la música nos indica que es hora de acercarnos al salón de clase. Durante las 8 horas siguientes, sobre el escenario van a desfilar expertos en tecnologías exponenciales, como computación, realidad virtual, robótica, biotecnología, nanotecnología, etc. Tuvimos a Peter Norvig, director de inteligencia artificial de Google; Paul Saffo, profesor de forecasting de Stanford; Jeremy Howard, deep learning; Pia Mancini, gobierno digital; Aubrey de Grey, medicina y longevidad…

La experiencia es como una charla TED tras otra seguida de preguntas (de hecho, muchos de los profesores dieron charlas TED). No sólo es tecnología. También sesiones de design thinking y prototipado, además de lecciones de arte, meditación y teatro.

Con un casco de realidad virtual, en el laboratorio de tecnología de Singularity. Detrás están Francesco, ingeniero aeroespacial italiano, y Sarah, emprendedora de Israel.
Con un casco de realidad virtual, en el laboratorio de tecnología de Singularity. Detrás están Francesco, ingeniero aeroespacial italiano, y Sarah, emprendedora de Israel.

Entre tanta excitación, uno a veces se olvida de lo agotador del programa. Después de ocho horas de clases y de la cena, la noche sigue con talleres de tecnología: impresión 3D, armado de robots, control de dispositivos electrónicos con la mente, programación de Arduino, realidad virtual, edición de genes con la tecnología CRISPR…

Otras noches, hay invitados especiales, generalmente, emprendedores de Silicon Valley que cuentan cómo armaron sus empresas. En otra ocasión, tuvimos una sesión llamada “Preguntame lo que quieras”, con Peter Diamandis. En esas sesiones, está prohibido filmar y compartir en redes sociales. Para que los invitados puedan hablar con libertad. A veces, la sesión se extiende hasta bien entrada la madrugada. Con Salim Ismail, autor del best-seller Organizaciones Exponenciales, nos quedamos hasta las 5 de la mañana. No recuerdo cuántas botellas de vino tomamos.

La cargada agenda del programa…
La cargada agenda del programa…

¿Pueden las startups salvar el mundo?

Dambisa Moyo (47) es una experta en desarrollo económico. Vino como invitada, a hablar de su libro Dead Aid, Why Aid Is Not Working and How There Is a Better Way for Africa (2009), donde cuestiona la efectividad de los programas de ayuda al desarrollo de organismos internacionales.

El GSP no sólo es un programa educativo. Su objetivo es que los participantes encuentren soluciones a grandes problemas globales en las áreas de educación, agua, espacio, energía, salud, prosperidad, medio ambiente, seguridad, vivienda, gobierno y control de desastres. A diferencia de los programas de ayuda al desarrollo, busca hacerlo a través de la creación de empresas con el potencial de impactar a más de 1000 millones de personas.

80 personas de 40 países. La clase del Global Solutions Program 2016 de Singularity.
80 personas de 40 países. La clase del Global Solutions Program 2016 de Singularity.

A las cinco semanas del programa, empiezan a formarse equipos de trabajo. Combinan expertos en tecnología con especialistas en negocios y en grandes desafíos globales.

Uno de ellos está formado por mi compañero de habitación, Nick (28, Sudáfrica), biotecnólogo, con la emprendedora Agustina (26, Argentina). Desarrollan una aplicación móvil para el diagnóstico de enfermedades en África. Shan (31, Estados Unidos), médico, matemático y programador de computadoras trabaja con Anya (34, Rusia), ex líder de Groupon en Rusia, en el desarrollo de una plataforma genética para acelerar el descubrimiento de drogas. Yo trabajo con Soushiant (34, Irán), en la aplicación de tecnologías de crowdsourcing y blockchain para el gobierno de organizaciones descentralizadas.

Las paredes de nuestra oficina están cubiertas de láminas y sticky notes. Nos visita un batallón de mentores. Son emprendedores y ejecutivos de las grandes tecnológicas de Silicon Valley. Están los directivos de X, la unidad de innovación de Google (perdón, Alphabet), que desarrolla los proyectos más ambiciosos, como los coches autónomos y los globos con Internet. Nos asesoran en técnicas de design thinking y los métodos que usan para la elaboración de prototipos.

La sala de impresión 3D del laboratorio de innovación.
La sala de impresión 3D del laboratorio de innovación.

Todas las ideas son válidas. Fallar no es un problema. Lo único que no se permite es plantearse objetivos conservadores. A nadie en Singularity le interesan las innovaciones incrementales, que sólo mejoran un 10% procesos existentes. Lo que motiva a Silicon Valley son las innovaciones disruptivas, que proponen ideas 10 veces mejores que el status quo.

Algunas empresas nacidas en la universidad parecen encaminadas a la meta de la valuación de mil millones. Matternet, fundada en 2011 por Andreas Raptopoulos y Paola Santana, produce drones autónomos para transporte de mercadería. En agosto de 2016, obtuvo una inversión de casi 10 millones de dólares. En septiembre, Mercedes Benz anunció que usará sus drones para delivery. Miroculus desarrolla métodos para diagnóstico temprano de cáncer. Por formarse dentro del marco del GSP, Singularity conserva 5% del paquete accionario.

La entrada al NASA Research Park donde está la sede de Singularity University.
La entrada al NASA Research Park donde está la sede de Singularity University.

Al espacio y más allá

5, 4, 3, 2, 1… ¡go!”, anuncia el locutor. Presionamos el botón de ignición y un cohete de juguete sale disparado sobre la pista de aterrizaje de Moffett Field. Es día de lanzamiento y cientos de aficionados al espacio están reunidos a la sombra del impresionante Hangar One, una estructura de 345 metros de largo por 60 de alto, inaugurado en 1933 para albergar dirigibles. Hacen cola para lanzar sus cohetes.

Con mis colegas Francesco (Italia), Leo (Reino Unido) y Alberto (España) armamos un cohete y pusimos una llama de juguete adentro. Llamamos al proyecto LlamaX, en honor a SpaceX de Elon Musk. Es la primera llama en volar al espacio. Este es el video de su viaje:

Francesco, Leo y Alberto son ingenieros aeroespaciales. Su proyecto utiliza impresión 3D y robótica para fabricar materiales de construcción para el espacio.

“Todo lo que se usa en el espacio hay que llevarlo desde la Tierra. Y esto es muy costoso”, explica Leo. “Para colonizar otros mundos, necesitamos usar recursos que ya están presentes en otros planetas. Nuestra empresa busca crear tecnología que nos permita construir casas y otras estructuras usando los materiales locales. Es un paso importante para ayudar a la humanidad a colonizar el espacio”.

El Elon Musk de las llamas.
El Elon Musk de las llamas.

Para muchos puede parecer ciencia ficción. Pero es un futuro relativamente cercano. La Agencia Espacial Europea, donde estos tres emprendedores trabajaban antes de Singularity, ya anunció planes de establecer la primera colonia humana en la luna. Obama dijo que la NASA llevará los primeros seres humanos a Marte hacia el 2030. Elon Musk anunció que espera que haya seres humanos viviendo en Marte en un plazo que podría ser de sólo 50 años.

El espacio es una de las prioridades de Singularity. Peter Diamandis es cofundador de Planetary Resources, que desarrolla tecnología para la minería espacial. Made in Space, empresa nacida durante el GSP 2010, desarrolla impresoras 3D para ambientes de gravedad cero. Cuando una nave o colonia espacial necesiten una pieza de repuesto, no tendrán que llevarla desde la Tierra. Podrán recibir el archivo digital e imprimirla en el lugar. Todas estas empresas ayudarán a la humanidad a convertirse en una especie intergaláctica.

Con mis compañeros Immy (Reino Unido) y Beno (Perú), frente al Hangar One, imponente estructura construida en la década de 1930 para guardar dirigibles.
Con mis compañeros Immy (Reino Unido) y Beno (Perú), frente al Hangar One, imponente estructura construida en la década de 1930 para guardar dirigibles.

La Ideología de Singularity

Hay dos tipos de historias de ciencia ficción. Las distopías, como Matrix y Big Brother, describen un futuro decadente y a la tecnología como una herramienta de alienación. Las utopías son historias de abundancia y de la tecnología como instrumento de liberación. Son las obras de Julio Verne.

En una época de Trumps y Brexits, el sentimiento general es pesimista. La humanidad tema un futuro de desempleo tecnológico y riqueza híper concentrada. Singularity propone poner a la revolución tecnológica en una perspectiva histórica más amplia. La humanidad enfrentó desafíos similares durante la revolución industrial del siglo XIX, cuando la mecanización rompió con muchas costumbres e instituciones que se daban por sentadas.

Internet, la nueva revolución industrial, también rompe con viejas costumbres e instituciones. Hay signos de abundancia a nuestro alrededor, aunque no siempre los vemos. La nuestra es la época de menor pobreza, menor violencia, más educación y esperanza de vida de la historia. Más de 3000 millones de personas se conectarán por primera vez a Internet en los próximos años.

“La tecnología convierte lo escaso en abundante”, advierte Ray Kurzweil. “Pero nuestra mentalidad sigue basada en el paradigma de la escasez”. Esta es la ideología de Singularity, con una mirada de un futuro de aquí a 20 años. A lo largo de 10 semanas, en este inusual grupo de gente, se plantearon conversaciones como: ¿Vamos a ser inmortales? ¿Qué haremos cuando todos los trabajos sean realizados por las máquinas? ¿Existe el mundo real o todo es una simulación? ¿Qué planeta colonizaremos después de Marte? ¿Es ético crear bebés genéticamente perfectos?

Un debate con Peter Diamandis sobre modelos de negocio, a altas horas de la noche.
Un debate con Peter Diamandis sobre modelos de negocio, a altas horas de la noche.

Aterrizaje en la realidad

El GSP terminó con un día completo de pitch. Los equipos presentaron sus proyectos frente a un panel de autoridades y profesores. Después viene la ceremonia de graduación y la entrega de diplomas de mano de los fundadores. A los pocos días, la mayoría regresó a sus países. Algunos volvieron a sus viejos trabajos, aunque seguramente, diferentes. Otros se quedaron otros dos meses en el campus de la NASA, en un nuevo programa llamado Launchpad, concebido para ayudar a los emprendedores a impulsar a sus proyectos.

En la ceremonia de graduación, recibiendo mi diploma de las manos de Ray Kurzweil, Peter Diamandis y Rob Nail.
En la ceremonia de graduación, recibiendo mi diploma de las manos de Ray Kurzweil, Peter Diamandis y Rob Nail.

Silicon Valley, esa franja de 80 km entre las ciudades de San Francisco y San José, es un lugar famoso por la alta tecnología. Pero lo que lo hace realmente especial es su apertura a las nuevas ideas y a “gente rara” que quiere cambiar el mundo. Un lugar donde ingenieros colaboran con artistas, escritores, científicos y diseñadores con una mirada optimista. Como decía Steve Jobs:

“La tecnología no es suficiente. Es la tecnología, combinada con las artes liberales, con las humanidades, que da los resultados que hacen cantar a nuestros corazones”.

Las diez semanas del GSP de Singularity son una experiencia transformadora en todos los sentidos de la palabra. A uno lo conecta con gente que jamás hubiese imaginado conocer y le cambia la forma de ver el mundo. Para un geek tecnológico como yo, es como diez semanas dentro del agujero del conejo.

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