Contratos Inteligentes: Bloques de Construcción para Mercados Digitales

En este famoso artículo, Nick Szabo introduce el concepto de contratos inteligentes, un nuevo tipo de acuerdos para la era del comercio electrónico…

Esta es una versión traducida y adaptada del artículo “Smart Contracts: Building Blocks for Digital Markets” publicado por Nick Szabo en 1996.

Introducción

El contrato, un conjunto de promesas acordadas en una “reunión de las mentes”, es la manera tradicional de formalizar una relación. Si bien los contratos se utilizan principalmente en las relaciones comerciales (el foco de este artículo), también tienen uso en relaciones personales como los matrimonios. También son importantes en política, no solo por las teorías del “contrato social” sino también porque la ejecución de contratos se ha considerado tradicionalmente como una función básica de los gobiernos capitalistas.

Ya sea ejecutado por un gobierno o de otra manera, el contrato es el componente básico de una economía de libre mercado. Durante muchos siglos de evolución cultural, emergieron tanto el concepto de contrato como los principios relacionados con él, codificados en el derecho consuetudinario. La teoría de la información algorítmica sugiere que tales estructuras son a menudo prohibitivamente costosas de recalcular. Si empezáramos de cero, usando la razón y la experiencia, podría llevar muchos siglos volver a desarrollar ideas sofisticadas como los derechos de propiedad que hacen funcionar al libre mercado moderno [Hayek].

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Sin embargo, la revolución digital está cambiando radicalmente los tipos de relaciones. ¿Qué partes de nuestra tradición legal seguirán siendo valiosas en la era del ciberespacio? ¿Cuál es la mejor manera de aplicar estos principios del derecho al diseño de nuestras relaciones en línea?

Las computadoras hacen posible la ejecución de algoritmos que hasta ahora eran prohibitivamente costosos, y las redes permiten la transmisión más rápida de mensajes más grandes y más sofisticados. Además, los científicos de computación y los criptógrafos descubrieron recientemente muchos algoritmos nuevos y bastante interesantes. La combinación de estos mensajes y algoritmos hace posible una amplia variedad de nuevos protocolos.

Nuevas instituciones y nuevas maneras de formalizar las relaciones que conforman estas instituciones ahora son posibles gracias a la revolución digital. Llamo a estos nuevos contratos “inteligentes” porque son mucho más funcionales que sus ancestros inanimados de papel. Esto no implica el uso de “inteligencia artificial”. Un contrato inteligente es un conjunto de promesas, especificadas en forma digital, incluidos los protocolos dentro de los cuales las partes cumplen las otras promesas.

Contratos embebidos en el mundo

La idea básica de los contratos inteligentes es que muchos tipos de cláusulas contractuales pueden integrarse en el hardware y software con el que trabajamos, de forma tal que el incumplimiento se vuelva costoso (a veces de manera prohibitiva) para el infractor.

Un ejemplo de la vida real que podríamos considerar el ancestro primitivo de los contratos inteligentes, es la humilde máquina expendedora. Dentro de una cantidad limitada de pérdida potencial (la cantidad en la caja debe ser menor que el costo de romper el mecanismo), la máquina recibe monedas y, a través de un simple mecanismo, entrega el cambio y el producto.

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La máquina expendedora, precursora de los contratos inteligentes.
La máquina expendedora, precursora de los contratos inteligentes.

Otros precursores de los contratos inteligentes son las terminales y tarjetas POS (punto de venta), EDI (intercambio electrónico de datos, utilizado para pedidos y otras transacciones entre grandes empresas), las redes SWIFT, ACH y FedWire para transferir y liquidar pagos entre bancos, y asignación del ancho de banda de la red pública a través de subastas automatizadas. Todos ellos implementan modelos de seguridad comercial, pero con demasiada frecuencia prestan poca atención a las necesidades y obligaciones contractuales de las partes.

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Principios básicos del diseño de contratos

La amenaza de la fuerza física es una forma obvia de incorporar un contrato en el mundo: es hacer que un sistema judicial decida qué medidas físicas debe tomar una agencia de ejecución (arresto, la confiscación de bienes, etc.) en respuesta a un incumplimiento de contrato. Es lo que yo llamo una forma reactiva de seguridad. La necesidad de invocar la seguridad reactiva puede ser minimizada, pero no eliminada, haciendo que los arreglos contractuales sean verificables, por ejemplo registrando una infracción en una cámara de video o al firmar un contrato, a fin de demostrar reclamos por incumplimiento en los tribunales. La observación de un contrato en curso, para detectar el primer signo de incumplimiento y minimizar las pérdidas, también es una forma reactiva de seguridad.

Una forma proactiva de seguridad es un mecanismo físico que hace que el incumplimiento sea costoso, como una cerradura de combinación que hace que el acceso a una sala que contiene secretos industriales sea difícil sin una autorización explícita.

Desde el derecho consuetudinario, la teoría económica y las condiciones contractuales que a menudo se encuentran en la práctica, podemos destilar cuatro objetivos básicos del diseño de contratos.

El primero es la observabilidad, la capacidad del principal de observar el cumplimiento del contrato por parte de los demás o de demostrar su desempeño a otros principales. En términos generales, el campo de la contabilidad se ocupa de hacer que los contratos sean más observables.

El segundo es la verificabilidad objetiva, la capacidad de un principal de demostrar a un árbitro que un contrato ha sido cumplido o no, o la capacidad del árbitro para averiguarlo por otros medios. La disciplina de auditoría corresponde aproximadamente a la verificación de cumplimiento de contratos. La observabilidad y la verificabilidad también pueden incluir la capacidad de diferenciar entre violaciones intencionales del contrato y errores de buena fe.

Un tercer objetivo del diseño de contratos es la privacidad, el principio de que el conocimiento y control sobre los contenidos y el cumplimiento de un contrato debe distribuirse entre las partes solo en la medida en que sea necesario para la ejecución. Esta es una generalización del principio del derecho consuetudinario de la responsabilidad contractual, que establece que los terceros, más allá de los árbitros e intermediarios designados, no deberían tener voz en la ejecución de un contrato. La generalización de la privacidad es la formalización de la afirmación común, “no es asunto tuyo”.

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Un cuarto objetivo es la aplicabilidad y, al mismo tiempo, minimizar la necesidad de ejecución. La verificabilidad mejorada a menudo también ayuda a cumplir este cuarto objetivo. La reputación, los incentivos incorporados, los protocolos de “auto aplicación” y la verificabilidad pueden desempeñar un papel importante en la consecución del cuarto objetivo. La seguridad informática y de redes también puede contribuir en gran medida a que los contratos inteligentes se apliquen por sí mismos.

Los contratos inteligentes a menudo involucran a terceros de confianza y un árbitro, que es invocado para resolver disputas que surgen del cumplimiento (o falta de cumplimiento). La privacidad implica que queremos minimizar la vulnerabilidad a terceros. La verificabilidad y la observabilidad a menudo requieren que los invoquemos. Se debe confiar en un mediador con algunos de los contenidos y/o el cumplimiento del contrato. Se debe confiar en el árbitro con algunos de los contenidos y parte del historial de cumplimiento, para resolver disputas e invocar penas equitativamente. En el diseño de contratos inteligentes, queremos aprovechar al máximo intermediarios y árbitros, al tiempo que minimizamos la exposición a ellos. Un resultado común es que la confidencialidad se infringe solo en caso de disputa.

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En el futuro, la distribución del tamaño de las empresas multinacionales se aproximará a la de las empresas locales, dando lugar a la Pequeña Empresa Multinacional. Las barreras legales son el costo más severo de hacer negocios a través de muchos países. Los contratos inteligentes pueden atravesar este nudo gordiano de jurisdicciones. Los contratos inteligentes pueden disminuir la vulnerabilidad a jurisdicciones caprichosas. Donde los contratos inteligentes pueden aumentar la observabilidad o la verificabilidad, pueden disminuir la dependencia de estos oscuros códigos legales locales y sus tradiciones de aplicación.

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Propiedad Inteligente (smart property)

Es posible extender el concepto de contratos inteligentes a la propiedad. La propiedad inteligente puede crearse a través de la incorporación de contratos inteligentes en objetos físicos. Estos protocolos integrados darían automáticamente el control de las llaves para operar la propiedad a la parte que legítimamente posee esa propiedad, según los términos del contrato.

Por ejemplo, un automóvil podría volverse inoperable a menos que se complete el protocolo de respuesta correcta con su propietario legítimo. Si se solicitó un préstamo para comprar ese automóvil, y el propietario no realizó los pagos, el contrato inteligente podría ejecutar automáticamente un embargo, que devuelve el control de las llaves del automóvil al banco. Este “embargo inteligente” podría ser mucho más barato y más efectivo que un incautador. También se necesita un protocolo para probar la eliminación del embargo cuando el préstamo ha sido cancelado, así como las excepciones operativas. Por ejemplo, sería grosero revocar la operación del automóvil mientras está circulando a 75 millas por hora por la autopista.

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Conclusión

El efectivo digital y los activos sintéticos están aquí hoy, y se están diseñando más mecanismos contractuales inteligentes. Hasta ahora, los criterios de diseño importantes para automatizar la ejecución de contratos provienen de campos dispares como economía y criptografía, con poca comunicación cruzada: poca conciencia de la tecnología, por un lado, y poca conciencia de los mejores casos de uso. Estos esfuerzos persiguen objetivos comunes, que convergen en el concepto de contratos inteligentes.

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