En octubre de 2008, la crisis hipotecaria puso al sistema financiero mundial al borde del colapso.
Mientras la desesperación se adueñaba de Wall Street, en un oscuro foro online de criptografía, Satoshi Nakamoto publicaba el famoso paper del Bitcoin.
Una moneda digital construida sobre una tecnología revolucionaria conocida como blockchain.
Un blockchain es un registro digital público y compartido mantenido por una red de computadoras anónimas. Una base de datos abierta que lleva la cuenta de la propiedad de activos digitales basados en la criptografía: los criptoactivos.
A diferencia de las monedas tradicionales, los criptoactivos no son emitidos por un banco central. Son creados y mantenidos por comunidades descentralizadas.
En los primeros años, el Bitcoin apenas era conocido por fanáticos de la computación.
Pero, con el tiempo, más gente empezó a prestar atención.
En una economía global y digital, ofrecía la promesa de realizar pagos sin fricción desde cualquier lugar del mundo donde hubiese una conexión a Internet.
Pero esto fue solo el comienzo. El potencial del blockchain iba mucho más allá.
En 2014, un joven canadiense de 19 años llamado Vitalik Buterin lanzó un nuevo blockchain llamado Ethereum.
Ethereum es un blockchain como el de Bitcoin: una red de computadoras que mantiene un registro compartido y tiene una unidad monetaria: el Ether (ETH).
Pero también tiene un lenguaje más sofisticado, especialmente concebido para programar contratos inteligentes. En Ethereum, es posible programar prácticamente cualquier regla de negocio con la lógica “si X, entonces Y”.
Gracias a esto, los smart contracts permiten automatizar una serie de procesos en industrias que van desde las finanzas y seguros hasta los viajes y la energía.
Ethereum permitió el desarrollo de los protocolos descentralizados de la Web3: cooperativas digitales gobernadas por los usuarios que pueden disrumpir a los gigantes de Silicon Valley.
Una nueva forma de estructurar la economía global en la era digital.
En su libro “Revoluciones Tecnológicas y Capital Financiero”, la economista Carlota Pérez analiza los procesos de cambio de los grandes paradigmas tecnoeconómicos.
Los canales de navegación, los ferrocarriles, la electricidad, el petróleo y las tecnologías de la información… todas estas actividades siguieron una misma secuencia de desarrollo.
El blockchain no es la excepción.
Como inversores, tenemos diferentes formas de jugar a este juego.
Podemos apostar por los ganadores de largo plazo. Algunos de los proyectos que hoy dan sus primeros pasos serán los Google, los Facebook y los Amazon de la era del blockchain.
Otra posibilidad es el trading: entrar y salir rápido del mercado, para aprovechar las fluctuaciones de corto plazo.
Y también podemos perseguir una estrategia de renta fija que todos los meses ponga dinero en nuestro bolsillo.
En la serie de artículos que sigue, estudiaremos los tres tipos de estrategias.
En octubre de 2008, el famoso paper de Satoshi Nakamoto auguró un nuevo paradigma tecnoeconómico descentralizado en las finanzas, las leyes e Internet.
Te invito a ser parte de esta revolución.
Ir al artículo 2 de la serie: “Cómo Comprar y Almacenar Cripto”.