The evolution of trust helps us understand how we relate in the digital age: from local proximity hundreds of years ago to the use of blockchain technology for distributed trust.
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Based on Rachel Botsman, a specialist in trust in the digital era, we can explain the historical evolution of trust as follows:
People formed a reputation in the village. Everyone knew each other, understood who was around them. Trust was face-to-face or via close transitivity.
Societies grow, exchange distances are larger. Trusted intermediaries appear to mediate between strangers (State, banks, etc.).
There is a rupture in institutional trust, which can be glimpsed in 3 points in recent decades:
Finance: Lehman Brothers' bankruptcy and the 2008 crisis generate distrust in the financial system. The creation of Bitcoin in 2009 signifies a struggle against the financial establishment, demonstrating the pursuit of individual power. In Argentina, this is evidenced by “El Corralito” crisis in 2001, and the population's distrust in the banking system.
Religion: The decrease in religious creed, of faithful followers at the institutional level. Lack of belief in what cannot be seen (empiricism), they do not trust what is being communicated to them, they see that there are self-interests of a power group there, and those who believe in God express belief in an entity that harmonizes the world, but with distrust of the religious system and established rituals.
Governmental: The population distrusts and sees the political sector as a corrupt class and counterpart at the expense of their own hands. The case of Argentina sheds light on this: in 2018, 4 out of 5 people declared that they do not trust politicians, and in 2023 Milei presents himself as an outsider against "the political caste" and takes advantage with 30% in the primary elections, obtaining the presidency in the subsequent general elections.
Thus, platforms of the collaborative economy are born: distributed identity begins to emerge, where parties connect with each other (Airbnb, Uber, Amazon). Institutional power lies in generating connection and validation of the identity of the parties that interact without knowing each other. They guarantee or can attest to who you are and assure your counterpart that you are trustworthy.
Through the use of blockchain technology. The individual has digital activity in which they can verifiably demonstrate their authorship or ownership, and thus provide confidence about certain traits of their identity. Identity can truly be absolutely distributed and its formation in the hands of each person. Each one can create their own reputational capital.
The need for institutional intermediaries is reduced to a minimum expression.
In this framework, Prutopia allows the power of identity to be in the hands of the individual, and to grant confidence to their counterpart regarding their work profile, the role of a single validating intermediary is not necessary, generating a mutation in the conception of "identity" (detailed in the following article). This means that power can be distributed from institutions to individuals.
La evolución de la confianza nos ayuda a entender cómo nos relacionamos en la era digital: desde la cercanía local hace cientos de años hasta la utilización de la tecnología blockchain para la confianza distribuida.
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Basándonos en Rachel Botsman, especialista en confianza en la era digital, podemos explicar la evolución histórica de la confianza de la siguiente forma:
Las personas conformaban una reputación en la aldea. Todos se conocían con todos, entendían quien estaba a su alrededor. La confianza era cara a cara o vía transitividad cercana.
Crecen las sociedades, las distancias de intercambio son más grandes. Aparecen intermediarios de confianza que intermedian entre desconocidos (Estado, bancos, etc.).
Se genera una ruptura en la confianza institucional, que se puede vislumbrar en 3 puntos en las últimas décadas:
Finanzas: quiebra de Lehman Brothers y crisis 2008 genera desconfianza en el sistema financiero. La creación de Bitcoin en 2009 significa una lucha contra el establishment financiero, demostrando la búsqueda del poder propio. En Argentina se evidencia con la crisis del “Corralito” en 2001, y la desconfianza de la población en el sistema bancario.
Religión: la disminución del credo religioso, de fieles seguidores en el nivel institucional. Falta de creencia en lo que no se puede ver (empirismo), no confían en lo que se les está comunicando, ven que hay intereses propios de un grupo de poder allí, y quienes son creyentes de Dios manifiestan la creencia en un ente que armoniza el mundo, pero con desconfianza del sistema religioso y los rituales establecidos.
Gubernamental: la población desconfía y entiende al sector político como una clase y contraparte corrupta a costas de sus propias manos. El caso de Argentina da visibilidad a esto: en 2018, 4 de 5 personas declararon que no confían en los políticos, y en 2023 Milei se presenta como un outsider en contra de “la casta política” y toma ventaja con un 30% en las elecciones primarias, obteniendo la presidencia en el ballotage posterior a las elecciones generales.
De esta forma, nacen plataformas de la economía colaborativa: empieza a nacer la identidad distribuida, en donde las partes conectan entre si (Airbnb, Uber, Amazon). El poder institucional radica en generar la conexión y validación de la identidad de las partes que interactúan entre si sin conocerse. Garantizan o pueden dar fe de quién eres y asegurarle a tu contraparte que eres confiable.
Mediante la utilización de la tecnología blockchain. La persona tiene una actividad digital en la que puede demostrar verazmente su autoría o propiedad, y de esta forma dar confianza acerca de determinados rasgos de su identidad. La identidad puede realmente ser absolutamente distribuida y su conformación en manos de cada persona. Cada uno puede crear su propio capital reputacional.
La necesidad de intermediarios institucionales se reduce a una mínima expresión.
En este encuadre, Prutopia permite que el poder de la identidad esté en manos de la persona, y para otorgar confianza a su contraparte respecto a su perfil laboral no es necesario el rol de un único intermediario validador, generando una mutación en la concepción de “identidad” (detallada en el siguiente artículo). Esto genera que el poder pueda ser distribuido de las instituciones a las personas.